Immigrazione italiana, comunismo e antifascismo nell’entre-deux-guerre argentino: l’Ordine Nuovo,

Ricardo Pasolini1
Antifascismo italiano, antifascismo argentino
Las experiencias antifascistas italianas en Argentina estuvieron presentes al menos desde el advenimiento del fascismo en Italia. Dada la importante composición de extranjeros en partidos políticos como el socialista y el comunista argentinos, y el flujo ahora identificable de los exiliados políticos en el componente inmigratorio, desde mediados de la década de 1920 es posible advertir un importante movimiento antifascista de origen italiano, que a partir del asesinato de Matteotti involucra también a los partidos de la izquierda argentina del momento. De este modo, durante ese período inicial se constituyen varias organizaciones activas como la Unione Antifascista Italiana, un organismo al que adherirán el Círcolo Giacomo Matteotti, la Sezione Socialista Italiana, el Gruppo Comunista, el Centro Repubblicano Italiano, la Unione Proletaria Italiana Reduci di Guerra, la Alleanza Antifascista Italiana y los grupos anarquistas.2 También, en junio de 1927, se instala en la sede partidaria de la Casa del Pueblo del Partido Socialista Argentino, un busto de Matteotti esculpido clandestinamente en Italia, y se organiza un acto conjunto de las asociaciones antifascistas, y de las dos líneas del socialismo italiano que habían sido acogidas en el seno del Partido Socialista Argentino: la reformista y la maximalista, más allá de que no se aceptaran grupos idiomáticos, pues la política de integración del socialismo argentino promovía la naturalización de los inmigrantes.3 De allí en más, los lazos entre el socialismo local y el de origen étnico no dejarán de hacerse efectivos, aunque desde el socialismo argentino se criticará la escasa voluntad de sus pares italianos de ayudar a constituir un verdadero movimiento político y sindical en el país.
Por otra parte, el Partido Comunista Argentino –a partir de una organización interna que reconocía secciones idiomáticas y que para 1928 representaban el 54 % del total de  los afiliados de Capital Federal,4– también incorporará tempranamente la temática antifascista desde órganos de prensa como  Ordine Nuovo y una serie de entidades anexas. Las fuentes muestran que en la esfera del PCA, la preocupación por la dimensión étnica del antifascismo estuvo presente con énfasis en las secciones idiomáticas, particularmente la italiana, pues durante la segunda mitad de la década de 1920, nacen y se desarrollan en su seno una serie de entidades de fuerte contenido antifascista como el Gruppo Comunista Italiano; la Unione Proletaria Italiana Reduci di Guerra; la Lega Metallurgica Italiana; y la Sección Buenos Aires del Sindacato Ferrovieri Italiani, entre otros. Y no es extraño que así fuera pues los italianos representaban hacia 1928 alrededor del 29 % del total de afiliados a las secciones idiomáticas, seguidos por la sección israelita con el 14 %.5
A través de la acción del dirigente Vittorio Codovilla –inmigrante italiano y miembro fundador del PCA-,  el partido participó también en 1925 de la fundación de la Alleanza Antifascista Italiana, un organismo que agrupaba a los diferentes partidos políticos italianos en el exilio. Así todo, Codovilla era menos un dirigente de la comunidad italiana en Buenos Aires,  y más un intermediario político entre el antifascismo de origen italiano, el PCA y la Internacional Comunista de la cual era el delegado en la Argentina, en un contexto en que se está solidificando la disciplina del comunismo local respecto de la organización central. De allí su fuerte conflictividad con Giuseppe Tuntar, reconocido dirigente comunista de origen friulano –ex diputado por el colegio de Gorizia- quien había enfrentado en el seno de la Alleanza Antifascista a Vittorio Codovilla, proponiendo una línea de unión de las fuerzas del antifascismo en exilio — sobre todo con la Concentrazione d’Azione Antifascista  local—6, mientras que el II° Congreso Antifascista de Berlín (1929) había establecido una política decididamente anti-concentracionista y anti-unitaria7, lo que motivó el alejamiento de Tuntar de las filas comunistas.8
Producida la escisión que desembocó en la creación del Partido Comunista de la Región Argentina en 1929,  muchos italianos de nueva emigración se sumarán a este  nuevo partido, en particular adhiriendo al papel jugado hasta ese momento por Tuntar,  en el debate político interno del PCA, pero que fuera expulsado del mismo acusado de desviacionismo “di destra” por sus posiciones no estalinistas.
En el marco de la acción antifascista del Partido Comunista de la Región Argentina, los grupos idiomáticos alcanzaron una importante representación política publicando los periódicos L’Antifascista e IL Lavoratore, y tuvieron un peso significativo junto a los representantes del PCA en la segunda edición de la Alleanza Antifascista Italiana (1927).9 Pero poco a poco, los republicanos, los socialistas unitarios y los maximalistas fueron abandonando la entidad, como respuesta la hegemonía comunista. Por otra parte, y más allá de un número creciente de adherentes, el PCRA no contará nunca con el apoyo de Moscú, por lo tanto, al poco tiempo muchos de sus dirigentes volverán a las filas del PC original.
Hacia mediados de la década de 1930, el PCA alentó la disolución de los grupos idiomáticos dentro del movimiento obrero nacional, en parte porque la composición de la clase obrera fue cambiando sustancialmente debido a la interrupción de la inmigración de ultramar que impuso el gobierno de Uriburu y al flujo creciente de los migrantes internos que se instalaban en el cordón industrial de Buenos Aires, acompañando el proceso de desarrollo del modelo de sustitución de importaciones que se implementó como respuesta a la crisis económica mundial de esos años. Asimismo, el peso de un perfil de algún modo “nacional” en la estrategia de los frentes populares que el partido asumirá a partir de 1935, más allá de una  retórica internacionalista que establecía el tópico de la defensa de la cultura como el elemento aglutinador de la lucha antifascista, impuso límites a la acción política de clase, en favor de una estrategia de incorporación de sectores sociales de la pequeña burguesía y de los partidos políticos considerados ahora como democráticos: la Unión Cívica Radical y el Partido Socialista.10 Es muy interesante observar que tanto en la revista Unidad (1935-1941), como en Nueva Gaceta (1941-1943), las publicaciones más reconocidas de la esfera cultural del PCA, sólo hubo alguna referencia a los exiliados cuando se trataba de españoles republicanos.11 Esta distancia se presentó también entre la dirigencia del PCA y los comunistas italianos, quienes en 1935 habían constituido el Fronte Unico dei Partiti Operai Italiani. Esta experiencia establecía un pacto entre el Partido Comunista Italiano y el Partido Socialista Italiano en el exilio, para recuperar la unidad de acción de todas las fuerzas antifascistas, luego de la desaparición de la Concentrazione en 1934. Pero las lecturas de la realidad política que hacía el PCA fundamentalmente subordinaba el tópico antifascista a la posición antiimperialista, mientras que para el Fronte… de lo que se trataba era de lograr –al menos en esta instancia inicial– la mayor incorporación de fuerzas posibles en la clave del antifascismo.12
En rigor, la experiencia del antifascismo italiano en Argentina, aquel de las organizaciones propiamente políticas, se caracteriza por las marcadas diferencias ideológicas de sus componentes que llevaron a innumerables luchas intestinas entre republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas, y por ende, a cierta esterilidad política, donde la unión de la acción antifascista sólo pudo lograrse por momentos efímeros.13 En algún sentido, sólo en las asociaciones de socorros mutuos (y en un ejemplo de prensa periódica como L’Italia del Popolo) predominó un antifascismo afectivo que se apoyaba en el ideal político de la tradición mazziniana, y en un diálogo muy fuerte con los ideales globales del socialismo democrático argentino, articulando así en modo favorable los elementos de este antifascismo con la tradición liberal argentina.14
Es decir, los temas y las acciones del antifascismo están presentes desde mediados de los años ’20 con un fuerte componente étnico en su constitución. Este componente incorpora a los partidos de izquierda locales y sus organizaciones colaterales, sobre todo porque en sus bases sociales predominan los extranjeros, en especial en el PCA, y en menor medida en el Partido Socialista. Sin embargo, este antifascismo no alcanza a convertirse en un tema de política nacional, en tanto que aún quedaba circunscripto al devenir y a las polémicas entre los diversos “antifascismos” de la comunidad italiana en Argentina. Si bien el PCA. –en el marco de la estrategia de “clase contra clase” que igualaba democracia burguesa con fascismo– había caracterizado al gobierno de Yrigoyen como “fascistizante” y al Partido Socialista como “socialfascista”, sólo a partir del golpe de Uriburu en septiembre de 1930, se instalará desde diferentes partidos y organizaciones políticas de la izquierda argentina una interrogación sobre los nuevos tiempos que recurre a la imagen de un “fascismo criollo”, es decir, a una variante local de corporativismo que no alcanza a moldearse según los esquemas del fascismo típico –el ejemplo italiano-, y que se percibe más como una dictadura reaccionaria, un reacomodamiento de la antigua elite oligárquica argentina. Tal el caso de la evaluación que del gobierno de Uriburu hicieron Nicolás Repetto desde el Partido Socialista, y el movimiento universitario a través de la figura de Ernesto Giudici, intelectual socialista que hacia 1934 se liga fuertemente con el PCA. 15
Pero hacia 1936, desde el PCA la política argentina comienza a ser vista tendiendo a un proceso de “fascistización” creciente en el seno de un sistema democrático imperfecto y fraudulento, el cual  se ve jaqueado por enemigos externos -el imperialismo y el monopolio económico- e internos -los aliados de estos intereses que promueven  las leyes represivas que anulan la libertad de expresión y asociación.16 Si en 1931, la dictadura de Uriburu representaba una forma de reacción de las elites ante los efectos de la democratización que supuso el gobierno de Yrigoyen, ahora la “fascistización” del gobierno de Justo era considerada como una característica constitutiva del “fenómeno universal fascista, que resulta de una gestación paulatina en el seno de la reacción imperialista”. 17
Comunismo, movimiento obrero y antifascismo italiano
En este marco del devenir del antifascismo en la Argentina de entreguerras, se presentan una serie de preguntas sumamente interesantes, relacionadas con dos ejes de indagación particular: la relación entre el antifascismo italiano de base obrera y el antifascismo italiano en términos globales, esto es, la pregunta respecto de la tensión entre identidad étnica e identidad de clase, y entre identidad étnica e identidad política-, y por otra parte, la pregunta respecto del lugar del componente idiomático italiano en la composición misma del Partido Comunista Argentino, en el tránsito de la estrategia del Frente Unico al Frente Popular. Es decir, en la medida en que el Partido Comunista Argentino alcanzó un gran predicamento en un mundo obrero con gran presencia inicial de inmigrantes, qué lugar alcanzó este sector interno en un contexto no sólo de cambio de estrategia política, sino de fuerte presencia estatal en la represión del comunismo, como se verifica a partir de 1931 con la creación por parte del gobierno de Uriburu de la Sección Especial contra el Comunismo, órgano de represión de la Policía Federal, que se encargaba del seguimiento y persecución de las actividades comunistas en el país. A lo largo de esta relación intentaré desarrollar el primero de los ejes.
Entre 1925 y 1943, el PCA experimentó un proceso de crecimiento  y fortalecimiento organizacional, que le permitió obtener una ascendente presencia en el escenario de las fuerzas políticas del período, situación que se verifica no tanto en  su participación electoral, sino en la generación de espacios culturales, organizaciones antiguerreras, entidades antifascistas de carácter nacional y extranjeras, y órganos de prensa diversos, donde pudo residir alternativamente en un contexto de restricción de la acción política dada la proscripción impuesta por el gobierno a partir de 1930.
Sin embargo, el elemento más significativo consistió en la gravitación que logró alcanzar entre las fuerzas del movimiento obrero argentino. Hacia 1940, el PCA era la organización de mayor peso en el movimiento obrero, tendencialmente superior a las otras corrientes que habían hecho sentir sus presencia en la década anterior: el anarquismo, el socialismo y el sindicalismo. Los comunistas parecieron ser los militantes más eficaces en las tareas que se trazó el movimiento obrero de la época: impulsar la movilización de los trabajadores en función de lo que llamaban “las reivindicaciones inmediatas (aumento de salarios, oposición ante los despidos, mejora en las condiciones laborales); organizar a los trabajadores en nuevos sindicatos únicos por rama de actividad para potenciar su capacidad de lucha y negociación; respetar la tendencia a la autonomía sindical de los trabajadores frente a la patronal, el estado e incluso los partidos políticos, y desarrollar estrategias de negociación  respecto del gobierno para obtener mejoras sectoriales.18
En efecto, con sólidas posiciones en las actividades de los trabajadores textiles, madereros, de alimentación, frigoríficos y otras ramas de la industria, a mediados de los años ’30 la acción de los comunistas logró también la constitución de la Federación Obrera Nacional de la construcción, uno de los gremios más importantes de la época e impulsores de la gran huelga de mayo de 1936. Y entre 1935 y 1942 compartieron con los socialistas la dirección de la Confederación General del Trabajo, es decir, la central mayoritaria de un movimiento sindical que alcanzó a organizar el 30 % de los obreros industriales.19
Dada la composición y presencia del comunismo en el mundo obrero, una de las preguntas que han preocupado tanto a historiadores como a actores políticos de la época, ha sido el porqué de la adhesión casi mayoritaria al peronismo por parte de la clase obrera, siendo que durante más de dos décadas había estado animada por las diversas corrientes de la izquierda. No es el propósito de este artículo participar de este debate, sí en cambio, tratar de presentar algunas ideas respecto del lugar que los trabajadores italianos alcanzaron en el mundo obrero argentino, en especial en relación a los tópicos del comunismo y el antifascismo.
El proceso de inserción efectiva del PCA en el mundo obrero se inició con fuerza hacia 1925 y gran parte de las instancias organizativas y reivindicativas estuvieron relacionadas con la situación de ese sector de la clase obrera que se componía mayoritariamente por extranjeros, y en un modo considerable por trabajadores italianos. En ese momento, el partido se orientó en una perspectiva de “proletarización” e impuso una estructura celular para el reclutamiento y la acción militantes. En este marco, y como portavoz principal de la sección idiomática del PCA, se constituyó prontamente el Gruppo Comunista Italiano, bajo la secretaría de Angenore Dolfi.
La dinámica en la acción política de este grupo en un contexto donde se verificaba el arribo tanto de exiliados políticos italianos como de inmigrantes por razones “económicas”, motivó que el Comité Ejecutivo del PCA estableciera como prioridad de su política, por un lado, una serie de acciones que tendieran al reclutamiento de nuevos afiliados –de allí que se intensificaron los actos políticos y la distribución de panfletos en las zonas de Buenos Aires como Belgrano, La Boca, Villa Devoto, Villa Crespo, Plaza Once, Avenida Leandro Alem y San Martín, que presentaban según la evaluación del Comité Ejecutivo una potencial predisposición a la recepción del discurso comunista. Por otra parte, el Comité Ejecutivo constituyó un Comité Central de las Agrupaciones Idiomáticas, integrado por dos  miembros del Gruppo Comunista Italiano y dos del Grupo Israelita –como ya he señalado estas secciones eran las que contaban con el mayor número de afiliados en las agrupaciones idiomáticas-, a los que se sumaría un representante de la dirección del Partido.20
A la par, el Comité Ejecutivo aprobó una resolución en la que se establecía que todas las agrupaciones que conformaban el Partido debían actuar en función de asegurar la salida diaria de los periódicos más importantes del PCA: La Internacional –que había nacido en 1917- y Avanti, este último destinado a la comunidad italiana y dirigido por el militante Silvio Ravetto. La necesidad de contar con un periódico estable del partido era visualizada como un instrumento fundamental en la acción política del mismo, y se apoyaba  en una serie de datos relevantes: entre febrero y marzo de 1925, las suscripciones a La Internacional en el mundo obrero habían sumado alrededor de 300, y la distribución de los 250 ejemplares que se destinaban a las células de fábrica y talleres, habían superado los 1000 ejemplares.21
El partido llevó adelante una campaña de suscripciones, solicitó donaciones a sus militantes, organizó diversas actividades festivas, y tomó la decisión no sólo de asegurar la periodicidad diaria del órgano periodístico, sino que convirtió la última página de La Internacional en un página escrita en lengua italiana, que abandonó el anterior nombre de Avanti para llamarse Ordine Nuovo. El objetivo inicial se relacionaba con el hecho de contar con una prensa destinada al obrero italiano que disputara el lugar de preeminencia que en la comunidad tenían órganos como La patria degli italiani o L’Italia del Popolo, periódicos considerados desde el PCA como reaccionarios,  filofascistas, o bien socialistas. 22 Pero también como una forma de organización de la lucha sindical de los obreros italianos. Desde el inicio, la página italiana se esforzó por convocar a los obreros que habían tenido experiencia en la vida sindical en Italia y que por ello fueron obligados al exilio o la emigración.23
De este modo, el 1° de mayo de 1925 apareció Ordine Nuovo. Al menos durante el período consultado (1925-1927), desde el inicio el Gruppo Comunista Italiano delineó una serie de contenidos de la acción periodística que se orientaron de acuerdo a unas preocupaciones fundamentales: la evaluación de la política en Italia; la situación del antifascismo de la comunidad italiana en Argentina –por lo tanto el lugar de la propia agrupación en las relaciones de fuerza con otros antifascismos fue un tema central-, y relacionado con la anterior, los problemas de la organización obrera y la experiencia de la clase en el ámbito de las células de fábrica y talleres.
a) La política en Italia
La política del fascismo estuvo presente en la página de Ordine Nuovo a partir de las críticas que se elaboraban acerca de las acciones del estado italiano respecto de los opositores políticos, en particular, los comunistas. Por un lado, se impugnaba el hecho de que las cárceles del fascismo se llenaran de perseguidos y a partir de ello se mostraban las características represivas que había alcanzado el régimen. Pero al mismo tiempo, la cárcel aparecía como un elemento distintivo en la moralidad comunista, en la medida en que la acción represiva del estado otorgaba un carácter heroico al militante comunista respecto del resto de los opositores políticos al fascismo, quienes establecían su labor política a partir del reconocimiento de las reglas del sistema impuesto. En rigor, la cárcel era el resultado casi inevitable de acuerdo al contexto represivo, de una estrategia de lucha antifascista que se igualaba a la noción de lucha de clases. De allí, que se organizaran desde Argentina una serie de acciones solidarias tendientes a asistir económicamente a las familias de los prisioneros comunistas.24
Ordine Nuovo criticó con firmeza lo que consideraba actos demagógicos del régimen, como la aprobación en mayo de 1925 de la ley que otorgaba el voto a la mujer, sosteniendo que la verdadera liberación femenina sólo se alcanzaría en una sociedad sin la explotación  de clase. Por su parte, los proyectos de reforma educativa fueron vistos como políticas  reaccionarias, inspiradas en la tradición católica y vacías de inspiración proletaria, en la medida en que la clase obrera aparecía sólo como objeto de la educación y no se la reconocía como portadora de una cultura particular.25
Otros acontecimientos de la política italiana fueron utilizados por el Gruppo Comunista Italiano como una instancia donde polarizar opiniones frente a la colectividad italiana local. En efecto, los preparativos de los festejos relativos al 25° aniversario de la asunción del rey  Vittorio Emanuele III organizados por el gobierno fascista, fueron una oportunidad para criticar al sector monárquico de la colectividad italiana en Argentina, que mantenía posiciones pro-fascistas desde el periódico Giornale d’Italia. En los argumentos de Ordine Nuovo, monarquía y fascismo constituían un sector aliado contrario a los intereses del proletariado, pues Vittorio Emanuele “é il responsabile della ‘strage di Torino’, a lui risale la responsabilitá del delitto di Lungo Tevere e di tutti i delitti minori, perché ha dimostrato di essere non solo alleato al fascismo, ma ha favorito con la sua condotta, tutta la azione barbara e violenta del fascismo”. Así, Ordine Nuovo apelaba a la identidad de clase sosteniendo que felizmente la colonia italiana en Buenos Aires estaba compuesta por una mayoritaria masa de “autentici lavoratori che non possono dimenticare tutti gli eccedi commessi contro la classe lavoratrice (…) dove il piccolo re ha avuto una grandissima parte di responsabilitá”. 26
El arribo  a Buenos Aires del teniente de aviación italiano Antonio Locatelli el 9 de julio de 1925, fue motivo de una fuerte manifestación antifascista organizada por la Alleanza Antifascista Italiana, donde los comunistas tenían preeminencia, pero donde estaban representados también los sectores del anarquismo.27 El militar italiano era reconocido por haber insultado la memoria de Matteotti al devaluar su imagen de mártir político, y era visualizado como un fascista puro. El episodio  culminó con el enfrentamiento entre un grupo de italianos fascistas y otro de antifascistas, lo cual provocó la intervención de las fuerzas policiales y la detención de numerosos militantes. Bajo la voz de “Abasso il fascismo”, “Evviva Mattetotti”, la  participación de los comunistas en un modo beligerante y el posterior relevamiento periodístico del acontecimiento en Ordine Nuovo revela hasta que punto cuando la política italiana tocaba las márgenes del Río de la Plata se potenciaban las pasiones políticas.  Así mismo, muestra la disputa sobre la apropiación de uno de los íconos de la identidad socialista, la figura de Matteotti, que aparece como un elemento aglutinador incluso para los comunistas.28 De este modo, al cumplirse el segundo aniversario de la muerte de diputado socialista, y en el contexto de constitución del Fronte Unico Italiano Antifascista, la sección italiana de PC elevó la figura de Matteotti a la de “piú grande Martire del proletariado italiano”,29 epítome de todas las víctimas de la violencia fascista. En la evaluación del periódico, una vez más no había posibilidad aquí para la importación del  fascismo más allá de la acción de la Embajada Italiana en Buenos Aires y la organización de los Fasci dei Lavoratori, pues el componente mayoritariamente proletario de la colonia italiana parecía tornar inviable ese proyecto, pero era necesario sostener una organización del proletariado que se inscribía en la estrategia que la I.C. había establecido en ese período, la del frente único en la base.
b) “La vera lotta antifascista…”
Para un ámbito de opinión que en este período contaba sólo con la página final de La Internacional, y que estaba dirigido en particular al mundo obrero de origen italiano, Ordine Nuovo destinó una menor proporción de los espacios a las noticias de la vida política italiana, y centralizó su tarea periodística en la organización de la lucha antifascista tomando como blanco de sus polémicas fundamentalmente a la prensa italiana en Buenos Aires y al Partido Socialista Italiano, sea la tendencia maximalista como la reformista. Desde el número inicial del 1° de mayo de 1925, el Gruppo Comunista Italiano planteó sus disidencias con el resto de las organizaciones no comunistas del antifascismo en Buenos Aires. Por un lado, había establecido una amplia convocatoria de las fuerzas antifascistas que permitiera dar una medida de la dimensión del antifascismo en la colectividad italiana, mientras que por otra parte, intentó restringir la acción a lo que se consideraba la verdadera lucha del antifascismo: la del antifascismo proletario.
Toda la política de los comunistas en este sentido estará signada por la tensión entre un tendencia centrífuga en la participación –que se verificó tanto en la continua creación de esferas de participación laterales al PC, como su integración en otras de carácter frentista-, y un fuerte intento de control del discurso y de la acción que de algún modo potenciaban los conflictos internos, limitando la posibilidad de la unión efectiva de las fuerzas antifascistas. Por cierto, no era ésta una situación exclusivamente provocada por el accionar de los comunistas, sino también por la propia dinámica interna del antifascismo socialista, y por el accionar de los grupos fascistas locales que a partir de 1930 no dejaron de contar con el apoyo de un clima político poco favorable para la acción antifascista. En efecto, en las cartas que militantes del socialismo italiano en Buenos Aires le enviaran a Filippo Turati, se describe una situación de inconsistencia casi permanente de la actividad antifascista del socialismo, que pareciera haber perdido sus lazos con las directivas de la Concentazione d’Azione Antifascista de París.30 Y cuando en 1930, un cambio en la dirección de La Patria degli Italiani acercó al tradicional periódico de la alta burguesía italiana en Buenos Aires a las posiciones del antifascismo republicano, pocos fueron quienes en verdad vieron en ese tránsito un cambio significativo.31
Los comunistas se esforzaron todo el tiempo por exhibir la distancia que separaba a las dirigencias del PSI de sus bases obreras, mostrándose como los únicos depositarios de la verdadera lucha antifascista, la de los intereses de clase. Criticando fuertemente los lazos entre el Partido Socialista Argentino y el Partido Socialista Italiano, y su deriva no revolucionaria, -lo que llamaron su unión con la burguesía-, los comunistas pretendieron disputarle su base social: “Non é per i socialisti che noi scriviamo. Scriviamo per gli operai che quel Partito e questi uomini ancora seguono. Aprite gli occhi operai. Orientate la vostra azione verso finalitá ben definite. Queste finalitá ben definite si trovano nell’azione revoluzionaria e l’azione revoluzionaria la troverete nel Programma dell’Internazionale Comunista”.32
En este sentido, más de una vez Ordine Nuovo permitió que dirigentes anarquistas como Lucio d’Ermes, u obreros socialistas que se mantenían en el anonimato,  utilizaran las páginas del periódico para presentar sus opiniones respecto de las acciones de las diferentes fuerzas antifascistas. Pero en la mayoría de los casos los comentarios de esos lectores fueron acompañados de notas aclaratorias  que legitimaban las acciones tomadas por el  Gruppo Comunista Italiano. Si bien en el ejemplo de d’Ermes es posible advertir la participación de un aliado coyuntural en la Alleanza, el resto de las cartas de lectores parecieran estar escritas por algún integrante de la redacción que desde el lugar de un obrero anónimo presentaba una evaluación de la experiencia antifascista y de sus pugnas internas, como una imposibilidad para identificar al verdadero enemigo, el fascismo, y no el resto de las fuerzas de la emigración. Sin embargo, hacia el final las cartas culminaban con un llamado a la unidad y a la constitución del Frente Unico Proletario.33
En el marco de esta evaluación, el Gruppo Comunista Italiano orientó sus cuestionamientos hacia L’Italia del Popolo, en primer lugar por considerarla un tipo de prensa que apoyándose en un ideario socialista tendía a mostrar a los comunistas como uno de los problemas fundamentales de los límites del antifascismo italiano en Argentina. Sin embargo, más de una vez los redactores de Ordine Nuovo intentaron medir su lugar en la opinión pública italiana a través del modo en que L’Italia del Popolo los convocaba a la polémica. Esto es, es evidente que este diario dirigido por Folco Testena (Communardo Braccialarghe)34 se encontraba en un espacio de interlocución a partir del cual se posiciona el resto de la prensa antifascista italiana, de allí que Ordine Nuovo recurriera a la metáfora de Don Quijote ante los molinos de viento para referirse a su relación con L’Italia…, estrategia mediante la cual se mostraba animado por un potente espíritu de batalla.35
Los vínculos entre L’Italia del Popolo y el Partido Socialista Italiano fueron más que evidentes a partir de 1923, cuando la evolución del fascismo en Italia y la amenaza de fascistización de la colectividad italiana en Argentina, llevó al periódico a expresar posiciones antifascistas más definidas y a participar en la organización de la Alleanza Proletaria Italiana36, un intento inicial de unificación de las fuerzas del antifascismo animado por los comunistas. Pero pronto –sin que L’Italia pueda ser considerada como una prensa partidaria del socialismo- expresó su disconformidad ante la convocatoria exclusivamente proletaria de la Alleanza.
Hacia 1925, Ordine Nuovo lanzaba sus posiciones  más beligerantes sobre la unidad de acción contraponiéndolas a las de Giuseppe Parpagnoli, miembro de la Dirección Nacional del PSI y activo redactor de L’Italia del Popolo. En efecto, para los comunistas, “la unitá delle forze revoluzionarie non significa e non vuol dire fusione dei partiti politici”, de tal manera que la participación en un frente único de las fuerzas del antifascismo no significaba el abandono para ninguno de los partidos de sus objetivos a largo plazo. Si para Ordine Nuovo la lucha antifascista era inseparable de la lucha contra la burguesía, para Parpagnoli, la participación en un frente tal requería del abandono de los enconos personales y del respeto de las identidades partidarias. Y, además, alentaba por un reconocimiento de la Argentina como país de libertad que había recibido a los emigrantes con los brazos abiertos.37
El Gruppo Comunista Italiano evaluaba el problema de la constitución del frente único como dimensión doctrinal y programática, y por cierto, no pensaba en la Argentina como un país de recepción favorable de los emigrados, sino como una sociedad estructurada en clases, donde el proletariado se veía igualmente explotado.
Con el epíteto de “falsi antifascisti”, Ordine Nuovo cuestionó la política de avisos publicitarios señalando que L’Italia del Popolo adhería a una lucha antifascista ilusoria mientras aceptaba los avisos de la Compagnia Italo-Argentina di Elettricitá, considerada una empresa fascista.38También cuestionó una serie de notas en las que L’Italia se mostró atenta a la defensa de los límites territoriales italianos considerando su posición como una defensa del imperialismo39,  celebró el abandono por parte del periódico “Il Lavoratore”, de New York de la Alleanza Internazionale della Stampa Italiana Antifascista (A.I.S.I.A.), publicando una carta crítica de su posición frente L’Italia40, y finalmente cuestionó la postura anti frente único proletario del periódico pro socialista indicando que la lucha antifascista no podía contener intereses tan disímiles como la búsqueda del “negozio económico” y la defensa de los intereses proletarios.41
¿Cuál era en síntesis el verdadero antifascismo para Ordine Nuovo? En ningún momento, el periódico abandonó la definición que había presentado en sus inicios como un elemento programático de lucha: “Per noi, la parola Antifascismo, come la usate voi, non risponde in nulla al suo vero significato. Noi, non abbiamo una patria como qualcuno di voi, per ció non abbiamo solo un fascismo Italiano, ma Internazionale. Anche domani, caduta la dittatura del fantoccio in camicia nera sappiamo che esiste ancora la borghesia e non troviamo nulla di mutato. (…) Per questo ci prepariamo a combaterlo con le stesse armi, per questo noi non predichiamo la rassegnazione, ma indichiamo invece al proletariato le vie da sciegliere: con voi all’eterno servaggio e con noi per la violenta lotta contro il fascismo o capitalismo internazionale”.42
Contra l’ Aventino y la crítica moral al fascismo43, contra el socialismo reformista y la prensa italiana de gran tiraje, sospechada siempre de filofascista, socialista o acomodaticia, contra los acuerdos de dirigencias que limitaban la acción proletaria en la lucha antifascista, Ordine Nuovo llevó su propuesta de organización en la base con la disciplina y obediencia que el mandato de la Internacional Comunista había establecido a parir de la propuesta de frente único. Pero en la práctica, la acción antifascista de los comunistas italianos antecederá la política del tercer período de la I.C:, pues ya se estaban sentando las bases de un proceso de proletarización y un conjunto de acciones que se acercaban de facto a la estrategia de “clase contra clase”  que estableció el VI° Congreso de la Comintern en 1928.
c) Ordine Nuovo, prensa celular y mundo obrero
Durante la segunda mitad de la década de 1920, acompañando la adopción de un tipo de organización  celular, el PCA orientó la creación de periódicos de células. Así, durante los años 1926 y 1927, se produjo un surgimiento febril de numerosas páginas comunistas de confección técnica muy rudimentaria, que informaban sobre la situación de los obreros  en el ámbito de trabajo. Nacieron así los periódicos El Rebelde, El Cromo Hojalatero, Regeneración, Dasac; El Luchador; Nuestra Palabra, El Ferroviario Rojo; El Obrero del Mueble; El Astillero; Vasena; El Barreno, La Fragua; Kl’o’ckner; Defensa Metalúrgica, El Obrero Textil, El Telar y La Lanzadera, entre otros.44 Algunos de ellos habían adoptado su nombre asociándolo a la actividad de la empresa en que trabajaban, y otros como Vasena, Dasac y Kl’o’ckner tomaron el nombre mismo de la empresa, señalando que se trataba del órgano de la célula comunista en el trabajo, del comité de defensa sindical que actuaba en la zona de la empresa, o del centro barrial comunista.
De periodicidad muy irregular, este tipo de prensa comunista se estructuró en la mayoría de los casos en tres secciones básicas: una general –cuyo contenido se repetía en la mayoría de los órganos consultados. Así es posible observar de qué manera el Partido Comunista instalaba una serie de temas que consideraba importante que llegaran uniformemente al mundo obrero. Por ejemplo, su posición respecto de la ejecución de Sacco y Vanzetti fue tratada en la portada de la mayor parte de los periódicos de célula, así como las referencias positivas constantes al modelo de organización soviética. En un lenguaje sumamente sencillo que distaba de los argumentos a veces complejos desarrollados en La Internacional o en Ordine Nuovo, en todos los casos, el periódico celular invitaba a la lectura de la prensa partidaria promoviendo a la vez una campaña de suscripciones.
En una segunda sección denominada “Cómo nos explotan”, se relataban las experiencias laborales de la relación entre patrón y empleados o entre capataces y empleados en el seno de la empresa, recurriendo muchas veces al uso de la primera persona y al nombre propio. En este sentido, a las reivindicaciones de carácter más general como la lucha por obtener una semana laboral de 44 horas, se presentaban otras que en el espacio micro resultaban indignas desde el punto de vista militante: la diferencia entre el salario por día y el trabajo a destajo en la industria hojalatera, el cual desfavorecía a este último en el pago final, la inestabilidad en el trabajo45, el no cumplimiento de las 8 horas de trabajo en la Droguería Americana S.A.46, las multas a los obreros y obreras que no alcanzaban a terminar su trabajo en las ocho de labor que se extendían siempre en dos horas no remuneradas en la fábrica de tejidos Campomar47;  las arbitrariedades de los capataces y el maltrato a los obreros extranjeros recién incorporados, quienes en su mayoría desconocían la lengua del país, o, por el contrario, la defensa de los capataces que se negaban a establecer una relación de maltrato de los obreros, y que por esa razón eran separados de sus cargos, como lo indica El Ferroviario Rojo en junio de 1927, respecto de la separación del capataz Draghi, quien se oponía “a la explotación de los obreros de la  cuadrilla”.48 En todo los casos, la sección “Cómo nos explotan” culminaba con un llamado a la organización celular. Las situaciones laborales vividas por los obreros y obreras eran evaluadas como resultados esperables de la tendencia del patrón a la explotación de sus trabajadores, pero sobre todo, a la falta de organización obrera.
Por último, una sección donde se expresaban algunos eventos particulares de cada célula, como convocatorias a reuniones, y finalmente situaciones muy específicas de cada ámbito laboral que  podían estar relacionadas con el número de trabajadores extranjeros o la utilización de mano de obra femenina.
Algunos de estos periódicos contenían una sección escrita en italiano, como por ejemplo El Rebelde y La Fragua, que adoptaban un contenido esencialmente antifascista, a veces enumerando los sucesos persecutorios del fascismo en Italia y rescatando así el componente heroico de la clase obrera49, otras  convocando al antiguo militante obrero en Italia a la lucha en el país de recepción. Este dato es muy interesante porque muestra que los itinerarios de militancia podían abortar a partir del proceso migratorio, de tal manera que el emigrante por razones políticas se convertía aquí en un inmigrante por causas económicas. 50
También en Ordine Nuovo, la información sobre los acontecimientos de las células fueron relevantes y permiten establecer en modo muy general la experiencia del  comunismo italiano en el mundo obrero. En efecto, a la par de los debates sobre las políticas del antifascismo, la publicación de la información sobre las células muestra una situación de la clase trabajadora equivalente a la que devela el resto de la prensa  celular. Se verifica una crítica permanente de la situación laboral de los trabajadores textiles, albañiles, del mueble o ferroviarios, -de cualquiera de las ramas donde los comunistas tuvieran representación- que no siempre apela al argumento de la injusticia de los aspectos salariales –aunque éste está presente en la preocupación por el aumento de las horas de trabajo sin remunerar-51, sino a la dimensión “existencial” de la experiencia laboral: el trato humano, la relación con los patrones, la higiene y las condiciones materiales en el trabajo.52
Sin embargo, Ordine Nuovo no sólo no abandona en su retórica el propósito final de la organización obrera, sino que continuamente deriva una serie de prácticas en ese sentido. Así, participa con sus oradores en actos políticos en sede laboral, en los que deben compartir la tribuna con representantes de las otras secciones idiomáticas. En la célula de Villa Adelina, los comunistas organizaron un acto sobre la carestía de la vida y la organización política sindical, en el que los oradores Aurelio Fernández y Silvio Ravetto (redactor de Ordine Nuovo), disertaron en español e italiano respectivamente. Un acto similar organizó el Gruppo Rosso dell’industria del Mobile, con la presencia de Rodolfo Ghioldi –de importante posición en el Comité Ejecutivo del PCA-, Luigi Nejames, de la sección israelita y nuevamente Silvio Ravetto.53 Son numerosos los ejemplos de este tipo respecto de la acción de la Unione di Operai muratori, frontisti, manovali e affini, de la de los obreros de la Casa Cattaneo, alertados a través de Ordine Nuovo de la presencia de infiltrados fascistas, y tantos otros casos.54
Finalmente, el periódico comunista reflexionó sobre la relación entre inmigración italiana y desocupación en Argentina, indicando que el desarrollo tecnológico de la industria en el país había cambiado sustancialmente, por lo tanto, la situación laboral con la que se encontraban los recién llegados distaba de ser la de los primeros años del siglo XX. Ante eso, Ordine Nuovo consideraba necesario la incorporación de los connacionales desocupados en los sindicatos de oficio existentes, de manera tal que la situación de mano de obra en disponibilidad no actuara en desmedro del salario de los trabajadores ocupados. Este concepto no expresado de la presencia de un “ejército industrial de reserva” en el sistema económico argentino estará más claramente indicado en periódicos de célula como El Cromo Hojalatero.55
El Partido Comunista Argentino y Ordine Nuovo
En la asamblea del 28 de mayo de 1926, el Gruppo Comunista Italiano colocó como uno de los temas fundamentales de la evaluación de su acción política el papel que Ordine Nuovo había jugado en la lucha antifascista: “Fin da quanto Ordine Nuovo  vide la luce quotidiana, fu nostra costante preoccupazione far di esso il vero portavoce di tutta la massa operaia emigrata in questo paese, cercando di dare alla stessa la possibilitá di trovare in esso tutte quelle notizie che la interessano piú la vicino, non trascurando al medesimo tempo la propagazione dei nostri principii e del nostro programa e conducendo una campagna di smascheramento contra i falsi pastori del socialismo. (…) Il problema della stampa é per noi oggi il piú importante ed il piú urgente (…).56
Sin embargo, todavía los objetivos no parecían haberse cumplido satisfactoriamente, y no sólo porque para los comunistas el triunfo de la clase proletaria sintetizaba el máximo de conquista posible, sino también porque a los ojos del Comité Ejecutivo del partido la Sección Idiomática italiana no estaba aún a la altura de los deberes que imponía la circunstancia histórica. Si bien se calificaba a la acción como buena en general, todavía requería de una “ajuste de los resortes” para lograr la solidez del frente único que se proponía construir.
El tránsito de última página de La Internacional a semanario exclusivamente italiano en 1927, no alcanzó a ser resuelto satisfactoriamente por el Gruppo Comunista Italiano, el cual no pudo mantener un número creciente de suscriptores, su venta se empequeñeció y por ende fue perdiendo capacidad de influencia en sus adherentes originales.57
Sin embargo, su presencia en la Alleanza Antifascista Italiana se hizo cada vez más importante. De allí que el Comité Ejecutivo celebrara en ella la concreción deseada del Frente Único Proletario. Pero para 1927, la situación del antifascismo italiano en Argentina comenzará a estar cada vez más atenta al devenir de las organizaciones partidarias de los exiliados italianos en París, como la  Concentrazione d’Azione Antifascista, y nuevamente se instalará la necesidad de una política de unión de todas las fuerzas antifascistas. En este sentido, un nuevo problema se presentaba a estos italianos comunistas que sólo reconocían en la lucha de clases el verdadero accionar antifascista.

 


1 Dr. en Historia. Investigador del CONICET y del Instituto de Estudios Histórico-sociales (IEHS), Fac. de Ciencias Humanas, Universidad Nacional del Centro, Tandil, Argentina. Email: pasolini@fch.unicen.edu.ar.
2 Pietro Rinaldo Fanesi, El exilio antifascista en la Argentina, t. I, Buenos Aires, CEAL, 1994, p. 39.
3 Para las diferentes líneas del Partido Socialista Argentino, Cf. María del Luján Leiva, “Il movimento antifascista italiano in Argentina, 1922-1945”, in Bruno Bezza (a cura di), Gli italiani fuori d’Italia, Milano, Fondazione Brodolini, Franco Angeli, 1983, pp. 554 y ss.
4 Cf. Archivo General de la Nación (AGN). Fondo Documental Partido Comunista Argentino: Legajo 5, 3.364, “Impresos, periódicos, folletines, 1927-1935”.

5 AGN, op. cit.

6 La sección argentina de la Concentrazione fue creada el 26 de enero  de 1929.
7 Fanesi, op. cit., p. 50.
8 Vittorio Codovilla, uno de los fundadores del Partido Comunista Argentino,  fue delegado de la I.C. en España, donde tuvo activa participación tanto en la dirección política del P.C.E. como en la organización de las brigadas internacionales. La literatura trostkista argentina le atribuye importante participación en el desplazamiento de Largo Caballero por Negrín, y en la represión del POUM de Barcelona en mayo de 1937. Cf.  Jorge Abelardo Ramos, Revolución y contarrevolución en Argentina, t. IV (El sexto dominio, 1922-1943), Buenos Aires, Plus Ultra, s.d., pp. 264 y ss. Una imagen similar en Antonio Elorza, “La ’nation éclatée’ : Front populaire et question national en Espagne”, en Serge Wolikow et Annie Bleton-Ruget (sous la direction de), Antifascisme et nation. Les gauches européenes au temps du Front populaire, Université de Bourgogne, Editions Universitaires de Dijon, 1998 pp. 118 y ss.
9 María Victoria Grillo, “Alternativas posibles de la organización del antifascismo italiano en la Argentina. La Alianza Antifascista Italiana y el peso del periodismo a través del análisis de L’Italia del Popolo (1925-1928), Anuario IEHS, 19, Tandil, Universidad Nacional del Centro, 2004, pp. 79 y ss.
10 Ricardo Pasolini, “El nacimiento de una sensibilidad política. Cultura antifascista, comunismo y nación en la Argentina: de la A.I.A.P.E  al Congreso Argentino de la Cultura, 1935-1955”, en Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales, Buenos Aires,  (IDES), vol. 45, N° 179, oct-dic 2005, pp. 403 y ss.
11 Ricardo Pasolini, “La internacional del espíritu. La cultura antifascista y las redes de solidaridad intelectual en la Argentina de los años ‘30”, en Marcela García Sebastiani, ed., Fascismo/Antifascismo, Peronismo/Antiperonismo: Conflictos Políticos e Ideológicos en Argentina, 1930-1955, Madrid, Editorial Iberoamericana, 2006, passim.
12 Fanesi, op. cit., p. 78-79.
13 Mario C. Nascimbene, “Fascismo y antifascismo en la Argentina, 1920-1945”, in AA.VV., C’era una volta la Merica. Immigrati piemontesi in Argentina, Cuneo, L’Arciere, 1990, pp. 140 y ss.
14 María Victoria Grillo, “”L’antifascisme dans la presse italienne en Argentine: le cas du journal L’Italia del Popolo (1922-1925)”, Fernando Devoto et Pilar González Bernaldo, Emigration politique. Une perspective comparative. Espagnols et italiens en France et en Argentine, XIXe-XXe siécles, Paris, l’Université Paris 7 Denis Diderot – CEMLA – L’ Harmattan, 2001, pp. 147-170.
15 Nicolás Repetto, Mi paso por la política (De Uriburu a Perón), Buenos Aires, Santiago Rueda Editor, 1957, pp. 12-15 y Ernesto Giudici, Ha muerto el dictador pero no la dictadura, Buenos Aires, Ex-Libris, 1932, pp. 107, 139-140 y 325.
16 Ernesto Giudici, Represión obrera y democrática, Buenos Aires, noviembre de 1936, p. 26-27.
17 Ibid., pp. 26-27.
17 Hernán Camarero, “Los comunistas argentinos en el mundo del trabajo, 195-1943. Reflexiones historiográficas e hipótesis exploratorias”, Ciclos, Año XI, vol. XI, N° 22,, do. Semestre de 2001, pp. 137 y ss.
18 José Aricó, “Los comunistas y el movimiento obrero”, La ciudad futura. Revista de Cultura Socialista, Buenos Aires, N° 4, marzo de 1987, pp. 15 y ss.
20 Para octubre de 1925, el PCA constituyó el Comitato Italiano di Propaganda Comunista nell’Argentina. Su objetivo principal fue el de constituir un ente que unificara la acción de propaganda en todo el país, y que agrupara a los trabajadores comunistas italianos que se encontraran en el interior de la república, mediante una representación de estos en la ámbito central. Inicialmente, el Comitato estuvo integrado por Giovanni Martini, Giovanni Boccalatte; Vittorio Vendramini, Vittorio Codovilla y Silvio Ravetto. Viendo que los resultados no eran los esperados, en mayo de 1926 se propuso la subdivisión del Gruppo Comunista Italiano según secciones barriales (Gruppi Rionali). La Internacional, 7-3-1925 y Ordine Nuovo, 6-10-1925 y 29-5-1926.
21 La Internacional, 21-3-1925.
22 La Internacional, 18-4-1925.
23 Ordine Nuovo, 5-5-1925.
24 “Le famiglie dei compagni che sono caduti difendendo il nostro ideale, i compagni che si trovano richiusi nelle carceri italiane, hanno bisogno del nostro aiuto. I compagni che tutto dettero alla emancipazione della causa proletaria, non devono essere da noi dimenticati. Conoscete voi, o compagni, la soddisfazione che il carcerato prova nei sapersi ricordato dai compagni di fede? (…)”, Ordine Nuovo, 9-5-1925.
25 Ordine Nuovo, 1-5-1925.
26 Ordine Nuovo, 13-5-1925.
27 La Alleanza inicial estaba constituida por el Gruppo Comunista Italiano, el Gruppo Anarchico l’Avenire, Gruppo Anarchico Renzo Novatore, Unione Proletaria Reduci di Guerra, Sindacato Muratori ed Affini y la Sezione Metallurgica. Salvo los grupos anarquistas, en el resto de la entidades predominaban los comunistas. Cf. Ordine Nuovo, 1-5-1925.
28 Ordine Nuovo, 11-7-1925.
29 Ordine Nuovo, 4-6-1926.
30 Giuseppe Baldi a Filippo Turati, Buenos Aires, 16-8-31. Archivio Turati (Inventario a cura di Antonio Dentoni-Litta), Ministero per i Beni Culturali e Ambientali, Ufficio Centrale per i Beni Archivistici (Strumenti CXVI), Roma, 1992, p. 164.
31 Arturo Labriola, “Lettere dall’Argentina. La sterzata a sinistra della ‘Patria degli Italiani’”, La Libertá. Giornale della Concentrazione Antifascista, Parigi, 6 settembre 1930.
32 Ordine Nuovo, 1-5-1925.
33 Ordine Nuovo, 10-5-1925; 13-5-1925 y 20-5-1925.
34 Testena era miembro del Circolo Giacomo Matteotti y representante del Partido Socialista Unitario italiano en Argentina.
35 Ordine Nuovo, 1-5-1925.
36 María Victoria Grillo, “L’antifascisme dans la presse…”, op. cit., pp. 155 y ss.
37 Ordine Nuovo, 6-6-1925.
38 Ordine Nuovo, 17-1-1926.
39 Ordine Nuovo, 9-2-1926.
40 Ordine Nuovo, marzo de 1926.
41 Ordine Nuovo, 21-11-1925.
42 Ordine Nuovo, 18-7-1925.
43 Manifestación que a partir de junio de 1924, inmediatamente después del asesinato de Matteotti, agrupó a gran parte de los diputados de la oposición, quienes abandonaron los trabajos parlamentarios en señal de protesta contra el régimen fascista en Italia.
44 Cf. Archivo General de la Nación (AGN). Fondo Documental Partido Comunista Argentino.
45 El Cromo Hojalatero. Organo de los obreros de cromo-hojalatería del taller Bunge y Born, N° 2, 1-5-1927.
46 Dasac. Organo de los obreros y empleados de la Droguería Americana, Buenos Aires, Año 2, Mayo de 1927.
47 La Lanzadera. Organo de los obreros y obreras de la fábrica de tejidos Campomar y Soulas, Buenos Aires, julio de 1927.
48 El Ferroviario Rojo. Organo defensor de los obreros y empleados ferroviarios de Constitución. (F.C.S.), N° 4, Buenos Aires, junio de 1927.
49 El Rebelde. Organo de la célula comunista de Villa Adelina, Año II, N° 6..
50 La Fragua. Organo defensor de los obreros del establecimiento metalúrgico Cuesta, Buenos Aires, agosto de 1927.
51 Ordine Nuovo, 7-8-1925.
52 Ordine Nuovo, 9-5-1925.
53 Ordine Nuovo, 31-7-1925.
54 Ordine Nuovo, 21-11-1925.
55 El Cromo Hojalatero, 1-5-1925.
56 Ordine Nuovo, 9-5-1926.
57 Boletín de Informaciones. Organo Interno del Comité Regional de la Capital del Partido Comunista, N° 1, Buenos Aires, Agosto 1 de 1927. AGN.